miércoles, 12 de agosto de 2015

Mayúsculo problema el mío de parcializarme con algunas personas y hechos, por mas que quiero ese lado feminista no se queda quieto, trato y trato pero me salen esas ganas de borrar la combinación mortal de los cromosomas  X y Y de cuajo y que las mujeres vivamos felices y contentas a nuestra forma. Todo luces, colores, brillo, zapatos, carteras, tardes de te, tranquilidad, paz... nada de guerras, políticos ladrones, asesinos de mujeres, nada de eso. Que hay hombres buenos? me consta, pero en definitiva no podemos discriminar y se tienen que ir todos. Sangrando por la herida? Creo que si.

Pero es que no tengo la culpa, me entero de cada historia de infidelidad, de falta de ética, de mentira que uno llega a pensar que en esta parte del mundo solo cayeron los hombres rastreros y sinvergüenza, tanto asi que es como perder la fe en la humanidad.

Lucia me hace el cuento muy enojada, a cada momento la abrazo y le recito palabras alentadoras, me describe a la perfección su pareja y me trato de convencer a mi misma que debo alejar mi consciente de la situación y solo dejar la prudencia. No necesitamos mas leña al fuego, pero mi Hulk interior parece que lleva la delantera.
 
La siento infeliz, la siento dolida, vejada y destruida, siento su angustia sin poder hacer nada, pero también siento su fortaleza interna, algo que ni ella sabe, no entiende todavía de que material estamos hechas las mujeres, nada nos destruye, solo nos aturdimos un momento y seguimos adelante. La veo llorar, secarse las lagrimas, suspirar y volver a llorar; la oigo lanzar varios improperios y gritar de impotencia; -no es justo, me dice, no lo es.
 
Y asi también la siento menos decidida, siente que hay esperanzas para ellos, clama a Dios, quien ya se dio por vencido hace varias semanas; quiero decirle que ya no pida mas y que tome acciones, que ella se lo buscó, que el tiguere siempre dio las señales inequívocas de imbecilidad y que debió salir huyendo escaleras abajo al primer indicio pero sigo callada, sonriendo quedamente con mi risa conciliadora-sarcástica, si es que quiero llamarla de alguna forma.

Suena el teléfono, oigo murmullos, la veo llorar, sonríe. -me voy a casa, agrega. Toma su bolso de mano y el bulto que hizo para llegar a mi casa, solo bastaron unos minutos para convencerla de que el Príncipe Azul existe, la coherencia se fue y la sustituyó ese concepto mal sano de lo que es el amor, la pareja, las relaciones.

Empieza de nuevo el circulo de la violencia, me siento a beber el te que hice para ella, mi amiga de antaño, la muchacha fuerte y decidida que hoy optó por convertirse en un manojo de nervios y un fantasma de lo que fue un día. Escupo mi te, está tan frío como mi corazón, decido alegrarme de no haber intervenido pero pienso en lo confuso que es todo esto, en las vejaciones a las mujeres, en lo que permitimos. Lucia tendrá sexo de reconciliación pero estará tan vacía como aquel placer que deberá fingir.

Una de las pulgas se levanta, pregunta por ella, le explico solo lo necesario para su edad, me mira de una forma casi insultante, me pregunta si creo que es idiota. Llega el momento en que debo contestarle que no, que se que no lo es pero que es algo privado que no debemos comentar, que es un problema de pareja, que es algo que se escapa de nuestras manos.

Lección de vida que nos llega, no es siempre lo que queremos, permitimos, toleramos; se trata mas de lo que NO queremos, NO permitimos, NO toleramos. Creo que mi pulga no lo entiende, no lo ve normal, no lo ve justo, creo que hoy ambas perdimos algo, pero mas que yo ella,  que cada día pierde un poco mas de su niñez con momentos que no puedo evitarle. Sigo sentada, la siento en mis piernas, las lagrimas me corren por las mejillas y la oigo decirme:-vamos a dormir mami, no llores mas, no es tu problema.

Se que no...

Camino hacia mi cuarto, esta noche, como muchas otras, no tendré sexo, pero la paz que hay en mi hogar produce una sensación parecida, si no mejor.

 

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