Ema se fue hace exactamente 4 meses, un día recogió su ropa y volvió a su hogar materno, a vivir su vida, a vivir su etapa correcta, a ser joven de nuevo, a vivir sin tanta responsabilidad, sin tanta carga, sin tanto caos. Se fue sin despedirse y con el corazón destrozado, dejó con su ausencia varios corazones rotos, además del suyo. Fue justo, fue injusto? Depende de para quien.
Me esfuerzo a diario por convencerme de que era lo mejor, que el futuro era incierto, que no era mi compañero de vida, aun asi, en esta etapa de mi vida se a ciencia cierta que nadie tiene esa certeza.
Hoy, 4 meses después, aun lo extraño. Extraño su calma desquiciante, su cordialidad, su forma de bailar, su compañía, su paz, su ánimo, su juventud. Extraño verlo con mis pulgas, su forma de hablar, sus pesadillas y sus achaques. Extraño sus llamadas, sus palabras, sus planes.
Puede ser que son su ida se cerró un capítulo en mi vida que quise vivir, para él también. Ninguno de los dos lo anticipo, nadie sabia lo serio que iba a ponerse, nadie planeó su inicio asi tampoco nadie planeo su final.
Hoy esto me sirve de catarsis, 4 meses de tratar de seguir a otro ritmo, 4 meses en que ya estoy sana porque sabes que debes vivir de los recuerdos, de los ecos, de las risas.
Te acostumbras a sentir la compañía, compartir el baño, el closet, la cocina, las noches, la vida y un día te quedas sin nada. Dicen por ahí que la costumbre es mas fuerte que el amor y nos acostumbramos a estar tan juntos, tan unidos, tan inseparables que hoy los espacios están muy llenos de recuerdos.
Extraño esa luna de miel que viví con él, lo muy bueno, lo poco malo, lo que me enseñó, lo que le enseñé; nuestra lucha contra los prejuicios, las miradas maliciosas que tanto nos divertían, la paz que tuvimos pero que al final perdimos un poco, cuando la vida se nos complicó, cuando empezamos a tener expectativas, cuando vimos un futuro juntos muy a corto plazo. Cuando empezó a preguntarse si había vivido, si había experimentado, si había amado lo suficiente.
Para mi suerte o mi desgracia, no tengo malos recuerdos, no tengo reproches del tiempo que estuvo conmigo, siempre amoroso, siempre fiel, siempre alegre, siempre él.
Cual de los dos perdió mas? No lo se. Probablemente yo, en el ocaso de mi vida o él en la plenitud de la suya. Yo, que ya se lo que es vivir y lo que se necesita para ser feliz o él que no sabe nada, que lo tuvo todo y pensó que le faltaba algo; yo, que lo dejaba ser, él, que quería serlo.
Aunque quiera no puedo hacerle entender que la vida es una aventura, a veces corta, a veces larga; que por mas que uno quiera estar separado hay hilos que nos unen, hay recuerdos eternos. Nadie puede hacerle entender que no importa lo lejos que se vaya siempre habrá un pedazo de él entre nosotras y que su dolor no es menos que el nuestro pero tampoco es mas, que podemos seguir adelante, que habrá nuevos amores para ambos pero que hay personas inolvidables, que hay canciones que nunca mas escucharemos sin erizarnos.
Tal vez dimos mas de lo que teníamos, tal vez agotamos las fuerzas en tanta intensidad. Solo tal vez él entienda un día, uno que quizás no muy lejos, que todas las relaciones tienen sus tormentas, que uno no abandona el barco por la lluvia, ni por las olas, que la vida es corta, que los afanes son perennes, que la felicidad no es gratis, que lo que teníamos era perfecto y que uno no se va, asi como asi, porque las huellas no se dejan en el concreto sino en las superficies suaves, aquellas vulnerables, como el corazón.
Como muchas veces le dije: No es justo que estés aquí, atado a tantas responsabilidades, tantas situaciones que aun no te tocan cuando deberías salir a la calle, bailar sin prisa, vivir solo de risas, enamorarte una y mil veces, tener tus propios hijos, subir tus propios peldaños.
Nunca pensé que me haría caso.
Buena suerte, ambos la vamos a necesitar.
to be continued...